Intento
sostener la sal
y la gleba, los surcos,
atados, sumisos, límpidos y a la sombra,
pero en mi intento de erar
no hay espacio para el baldeo,
para la limpieza de espacios
y salgo y entro de la mies
hasta el alto albero que me incita.
Procuro
el olvido amargo
y el dolor, la nostalgia,
amagados, celados, custodiados y vanos,
pero en mi cínica desmemoria
me resulta imposible la opacidad,
el sentimiento huero
y ensayo una noche
tras otra de sueño y sosiego.