Escucho,
me alzo en dignidad y sueño
mientras dibujo tus centros
en ceniza,
al tiempo que un vuelo de deseo,
me viste de amante que busca la noche
entre el oro del abismo,
entre la miel de tus manos, en los escondites
luminosos de tus dientes
que despacio,
inquietos y al tiempo apasionados,
buscan mi lengua y la devoran.
Escucho,
despierto del sueño,
y huelo las sabanas a batalla concluida.
Gracias