No puedo verme quieto. alimento una pulsión que me mantiene siempre en búsqueda, siempre en los límites entre lo ortodoxo y lo heterodoxo. Y en el terreno de sobrepasar lo admitido, lo habitual, me muevo como pez en el agua, sin miedo, sin presión, sin censura, dejando que un punto de locura me arrastre y me muestre nuevas intentonas, nuevas sintonías. Me gusta que el niño que llevo dentro se muestre travieso y ponga en tela de juicio normas, conceptos, reglas y entre al juego de imaginar mundos paralelos. Porque pienso que hacer fotografías es desnudarse, vaciar ese espacio personal que llamamos imaginación. Nada es estático y todo es un poco nómada en este camino de creación.