Me suele suceder que la vida, sus hechos, eso que me sucede
de modo consecutivo durante las veinticuatro horas, se me hace monótono,
rutinario, repetitivo. Es entonces, ante cualquier escenario, cuando tomo
conciencia de mí y abro todos y cada uno de mis sentidos para de este modo descubrir que
nunca un instante se repite del mismo modo. Nada es igual jamás.