Aposentar los pies como si de un anclaje se tratase, buscar el
equilibrio, aislar en la mente aquella escena que la vista eligió, al sentir un tirón en los centros, allí donde todo reposa a la espera. Un tirón que logró que tu cabeza dejase
se titubear entre un sí y un no. Un segundo más tarde aislarte para aislar. Y trabajo hecho.