Restos de lo que fue el barrio del Rascador. En estas casas vivían las familias de los mineros que día a día se dejaban la vida en las galerías extrayendo hierro.
No había ningún lujo, no había excesos, pero sin embargo la dignidad y la solidaridad brillaban por entre esas piedras, por esas calles que hoy ya casi resultan irreconocibles. Una historia con un gran contenido de sufrimiento y esfuerzos para sobrevivir malamente.